Dentro de los apéndices en el Coaching, éste no deja de ser imprescindible. Casi un tercio de nuestra vida lo dedicamos a nuestra formación y al desarrollo profesional.
Para profesar en este campo nos vamos a apoyar en el Coaching sistémico. Para una mayor comprensión del mismo hay que partir de la definición de “sistema”. Toda persona como ser individual es un sistema en sí, cuerpo, mente, emociones, sentimientos y energía. Y como seres humanos nos vemos incluidos en un sinfín de sistemas: familiar, social, laboral…, etc.
Las personas, los equipos y las empresas son sistemas u organizaciones que se interrelacionan entre sí con unos interés y necesidades concretas. Buscando ante todo un objetivo común que englobe en armonía a todos los componentes de las mismas.
Pero las diferencias son a veces tan evidentes que los resultados no son los deseados.
Cualquier “Acción”, repercute directa y proporcionalmente al resto del “equipo”.
Si no remamos todos a la vez con responsabilidad y constancia el barco no llegará a puerto.
Esta modalidad de coaching nos permite analizar, esclarecer y aunar la contribución profesional y personal para la consecución de nuestros fines.
Bien trabajando con equipos o a nivel individual, con dinámicas que focalicen y fomenten la Confianza y la Comunicación. Para poder establecer un orden que nos haga crecer, cooperar y alinear los objetivos perseguidos.
“El coaching sistémico es la red que bien tejida nos va a aportar beneficios profesionales y personales”.
“La Confianza, la Comunicación, el Compromiso y la Responsabilidad deben de ser la base de cualquier interrelación, sea profesional o personal”.
“Formamos parte de un reloj en que todas sus piezas son importantes y relevantes para su perfecto funcionamiento”.
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